miércoles, julio 05, 2006

hojas


El hombre escribía compulsivamente dejando las hojas manchadas de tinta. Sus dedos enardecidos no comprendían que era inútil gastar tanto papel en una cosa que ya no volvería.
Sus cabellos canos, sus hombros caídos, su espalda curva dejaban al descubierto el peso de los años, su piel cruzada de surcos altivos y rugosos se contraía frente a cada palabra que lograba escribir, frente a cada garabato que lograba cifrar en el inmaculado papel, perforándolo con su rabia contenida, con su ira de años...
El agua sonaba dura en su mente y esa tarde junto al fatídico río no se olvidaba.
El aire, el sol, el viento en el cabello rojizo de la mujer que había amado junto al agua, era algo que lo trastornaba día y noche. Su devoción por el recuerdo era para él, el oxígeno diario. Su piel, sus verdes ojos, todo lo que había amado aún permanecía en su mente, un poco trastocada por los años de soledad.
Se sintió morir cuando su pluma no escribió más, seca como su alma, la pluma se negaba a seguir escribiendo.
Salió corriendo como un desquiciado por entre calles que no veía sino de vez en cuando, respirando ese aire viciado de los vehículos, ese sol que no alumbra pero quema, buscando una librería donde revivir su pluma agónica.
Ya no traemos para ese tipo de plumas señor, aquí ya no se venden - le dijo la dependienta.
El hombre salió como si le hubiesen dado una puñalada.
Caminó cabizbajo un tanto perdido, hasta que se topó con el kiosko de la esquina. Compró un lápiz bic, de tinta negra y cuerpo transparente. Ya habría tiempo suficiente para darle un responso y un digno entierro a su pluma fuente. Por ahora debía seguir escribiendo, frente a las inmaculadas hojas, antes que se borraran de su mente los recuerdos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Alma:

gracias x seguir visitandonos!

asi es derrepente las cosas uno planea tanto ciertas cosas y se van rapidamente en 15 segs como el pijama de B.

un saludo grande !!!

tus amigas