Tiempo

Estabamos tan cerca, tan cerca... nuestras casas tenían el patio colindante. Siempre te miraba y moría por tus ojos que me cegaban desde tu casa. En las tardes hermosas perdidas en el tiempo, acostumbrábamos a correr descalzos por el sendero hacia la playa. El robarle el pan a tu madre, el susurrar de ambos hablando cosas que ya no recuerdo... El sentir tu mano tibia en los días que nuestros padres no traían el pescado... Pero siempre estuvimos tan cerca, tan cerca que jamás nos dimos cuenta de cuanto nos amábamos... Un día partiste, con una esperanza dibujada en tu frente y una mueca parecida a una sonrisa. Nunca más volví a verte, hasta hoy. Y no logro comprender que pudo haberte pasado. Repaso tus rasgos y no te encuentro en ellos, y las manos que adoré ya no existen...