
Conseguí entrar a la farmacia, con la ropa rasgada y unos cuantos insultos, mas, estando dentro, en el momento que el tipo me habló, quedé paralizada... sólo balbuceé algo incomprensible y salí corriendo. Era la primera vez que compraba algo para matar a alguien y extrañamente, creía tener escrito el nombre de mi víctima en la frente. Grande fue mi desconsuelo al darme cuenta que dejé la receta encima del mostrador, con mi nombre y el nombre del médico que la extendió. Había sido burdamente descubierta.
1 comentario:
q buena, vicios..jjajaja...q buena.
.-ABRAZOZ-.
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