lunes, enero 02, 2006


-Aunque te cambies de ropa y lleves perfume, aún hueles a pescado!- le gritó la niña quién le cerró la puerta en la cara...
El hombre no sabía que hacer y sin reponerse, se hecho a andar con los ojos llorosos... primero fue su ropa que olía a pescado, luego fue su cara quemada por el sol, después sus manos callosas, nada la complacía, nada.. y él moría por ella...se miró frente al escaparete... era el tercer cambio de ropa que se compraba, y aún así no la complacía... -¿¿¡¡¡Por qué es tan dificil!!!???- gritó y golpeó el vidrio... cuando llegaron los carabineros, lo encontraron sentado junto a la ventana, sangrando y con la cabeza hundida en las piernas, lloraba... cuando el carabinero lo tomó del brazo como los locos le preguntó - Mi Cabo, ¿huelo a pescado? - El policía lo miró y le dijo - Estás ebrio, vamos...
El no hizo caso, y volvió a su mutismo y a sus lágrimas... - Sí, huelo a pescado- pensó, pero no importa ya no...

En la noche siguiente, se pusó su ropa de pescador, tomó sus redes, y se metió a la mar... nadie nunca lo volvió a ver.

A veces, cuando el hombre que la golpea le trae pescado para cocinarle, ella recuerda a ese otro hombre que alguna vez hizo todo para agradarle, todo, hasta desaparecer para no ser el pescador indecente que alguna vez osó mirarla...

3 comentarios:

Marcelo dijo...

mira...toda una escritora...
ahi te vamos a poner atencion
saludos

Vicente Moran dijo...

A mi me gustan los pescadores, me gusta el olor a sal y mar, una mezcla perfecta a marisco y sudor.
Quizás aquel pescador se equivocó de mujer, hay algunas como yo, que mueren por aquellos machos marinos.
Besos Emita

Traveler dijo...

me reecordó en algo al viejo y el mar aunque tal vez el único denominador común sea el mar...
O la lucha por algo inalcanzable...